ESTILO GLAMOROSO CON ALGO DE LOCURA

Estilo glamoroso con algo de locura

Estilo glamoroso con algo de locura

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Cuando pensamos en gente glamorosa, vienen a nuestra mente imágenes de brillos, lentes de sol enormes y coches que ignoran las señales de stop. Pero más allá de los brillos y poses, hay una serie de elementos que hacen que estos seres resalten como luces LED en una fiesta de apagón. Número uno en la lista: el estilo personal. No se trata de seguir tendencias, sino de convertirlas en ritual. Puede que decidas usar algo tan peculiar como un pañuelo frutal, y mágicamente todos quieran comprarlo. ¿Coincidencia? No, más bien glamourosa influencia. Segundo, el lenguaje corporal. Si viste a una persona que pisa las calles mojadas como si fueran runways de alta costura, ahí lo tienes. Hay algo fascinante en cómo avanzan: parece que bailan con la brisa sin que se les mueva un cabello (¿qué spray usan?).


Tazas elegantes, amantes temporales y confidencias frente al espejo


Atención: ser glamoroso no significa necesariamente tener la billetera llena. Hay quienes no pueden pagar un postre, pero saben combinar un suéter viejo con una bufanda floreada y parecen salidos de una revista francesa. Pero no creas que el brillo se limita a la apariencia externa. Normalmente tienen puntos de vista contundentes, gustos singulares o exquisitos, y un don increíble para evitar charlas planas. Si intentas decirles algo aburrido, prepárate para recibir una mirada arqueada capaz de derretir tu seguridad personal.

En la vida de alguien glamoroso, cada detalle tiene narrativa. El sombrero heredado de una tía que una vez estuvo en París, el esmalte verde limón que usó para llorar una ruptura, o el perfume que no se consigue en tiendas, pero que siempre huele igual a "misterio con canela". Parece que sus compañeras lujosas existencias se escriben en tiempo real, sin ensayos. Comparten vínculos de alto voltaje emocional, escapadas que no estaban planeadas y una habilidad mágica para convertir tragedias en risas. El desorden no los desordena: lo transforman en arte. ¿Llegaron tarde? Avanzan como si eso estuviera en el guion divino. ¿Se caen? Se incorporan con estilo y sueltan: “el suelo merecía un poco de mí”. Y ni hablar de sus espacios. Hay una lámpara art déco que no sirve, pero en Instagram parece sacada de una galería. Cuentan con bibliotecas que lucen cultas, aunque sean 90% decoración y 10% títulos de autoayuda.Sus baños huelen a lavanda francesa y sus espejos tienen filtro de autoestima, excepto cuando amanece lunes. Eso sí, los romances en este universo no suelen durar más que un esmalte barato, pero se viven con pasión de novela turca. El drama se vive con lágrimas estéticas, fondo musical curado y accesorios de duelo glam.

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